“Es la voluntad de Dios que cada creyente sea lleno del Espíritu Santo y santificado por completo, estando separado del pecado y del mundo y completamente dedicado a la voluntad de Dios, recibiendo así poder para una vida santa y un servicio eficaz. Esto es tanto una crisis como una experiencia progresiva que se produce en la vida del creyente después de la conversión”.
1 Tesalonicenses 5:23, Hechos 1: 8, Romanos 6: 1 –14