“Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo”.
Romanos 15.29
En el contexto del pasaje de Romanos 15.22-31 encontramos los siguientes argumentos del apóstol Pablo; por un lado, entendía que había concluido el trabajo de predicar el evangelio por esas regiones, cosa que había hecho durante varios años, declara a los cristianos romanos su deseo de visitar España, previamente pasaría por la ciudad de Roma para compartir con ellos las ricas bendiciones del evangelio de Cristo. No obstante, antes de todos esos proyectos debía ir a Jerusalén para llevar una ofrenda de amor que los cristianos de Macedonia y Acaya habían recogido para los más necesitados.
La vida y el ministerio del apóstol Pablo enriquecía constantemente a las personas, muchos se beneficiaban de su vida de servicio; creyentes y no creyentes recibían bendiciones de su trabajo evangelístico y pastoral. Tenía una pasión desbordada por predicar el evangelio de Jesucristo, ardía su corazón por los más necesitados en Jerusalén, anhelaba visitar a los creyentes en Roma para compartir con ellos cada una de las bendiciones recibidas y se extendía todo lo lejos que podía imaginarse (España) para seguir llevando bendiciones a nuevos pueblos y nuevas lenguas.
De la misma manera que el apóstol Pablo, cada uno de nosotros somos llamados a bendecir la vida de muchos, aunque para nosotros sean desconocidos, no lo son para el Señor, él conoce cada detalle de la vida de todas las personas que viven en este mundo, aún de las que han vivido a lo largo de los siglos, desde el huerto de Edén. Él se ha propuesto bendecir a todos y, en realidad, ya lo hizo a través de la persona y la obra de Jesucristo. Sin duda que la Encarnación, la muerte, resurrección y ascensión de Cristo nos ha enriquecido en los lugares celestiales con toda bendición de lo alto, así les recordó a los efesios:
Efesios 1.3 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo …”.
Al mismo tiempo que nos bendice, nos llama a bendecir a otros.
Vivir dejando un legado es relevante, vivir con un enfoque de servicio es un propósito que refleja el carácter de Cristo en nosotros.
Vive con el deseo de que tu vida trascienda más allá de lo ordinario y que las personas puedan ver en ti el reflejo de Jesucristo.