Que su amabilidad sea evidente a todos.
Filipenses 4:5
La verdadera prueba de nuestra consagración al Señor es nuestra disposición no sólo a ceder frente a nuestros errores, pero también ceder a nuestros derechos, el estar dispuestos a someternos. Cuando el Señor empieza a someter y controlar nuestra alma, Él a menudo requiere que nosotros le entreguemos materia de poca importancia en sí misma, y así rompe la dureza de nuestra cerviz y somete a nuestro espíritu.
El Señor no puede usar a ningún obrero cristiano si Él no rompe y somete a su voluntad y el corazón no está dispuesto a ceder a cada toque de Dios, venga de donde venga.
Muchos quieren que el Señor los guíe a su manera y en sus planes, pero no están dispuestos a sujetarse a autoridad y a sus restricciones. Darán dinero, pero dictarán cómo se invierte. Trabajarán siempre y cuando puedan gratificarse a sí mismos; pero, si se les presiona, no se ve la gracia de la resignación, sino la carta de dimisión.
Se retirarán de un proyecto importante y alentarán mediante la crítica a muchos amigos que tienden igual que el a tener sus propias opiniones queriendo salir con la suya. Estas actitudes destruyen todo poder real.
MEDITEMOS Y OREMOS
