“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”
Gálatas 6:9
Si Pablo supiese sólo la Consolación y esperanza que sus palabras han brindado a un sinfín de generaciones que han marchado por el camino de la cruz al reino celestial.
Sin lugar a duda estaría dispuesto a vivir y sufrir de muerte cómo lo hiciera con el fin de continuar la bendición que ha surgido desde que su cabeza rodó en el polvo de la puerta de Ostia en Roma.
Si el menor de nosotros anticipara las preguntas eternas que surgen de nuestros más humildes servicios de fe, hablaríamos de nuestros sacrificios y tribulaciones como incomparables herencias de honor y oportunidad. Ya no hablaríamos más de éstos como sacrificios para y por el Señor.
El más pequeño grano de Fe inmortal e incorruptible, se sembrará finalmente en los cielos y cubrirá la Tierra con una siega imperecedera de gloria. Levantemos nuestras cabezas al horizonte que es más amplio que el círculo que podemos ver; estamos viviendo, estamos sufriendo, estamos trabajando, estamos confiando por todas las edades que han de venir.
MEDITEMOS Y OREMOS
