“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día.
Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.”
Romanos 13: 11-12
Despertemos de nuestro sueño, estemos alertas y preparados para los grandes desafíos a nuestro derredor.
Dejemos a un lado las obras y vestimentas de la noche y las indulgencias que nos damos en ella: como vestimentas de placer y túnicas de reposo. Los placeres festivos de la oscuridad no son para los hijos del día. Dejemos a un lado las obras de la oscuridad.
Pongámonos la armadura de la luz. Al ponernos la ropa diaria, pongámonos la armadura porque estamos entrando en el campo del enemigo y en mundo de peligro, como lo dice el Apóstol Pablo en Efesios 6. Estemos en todo tiempo armados y vigilantes de los peligros que en estos últimos días nos acosan.
Pongámonos al Señor Jesucristo. Él es nuestra vestimenta de día. No son nuestras obras de justicia, es la persona y Justicia de nuestro Señor Jesucristo; él nos dio su propia vida y llega a ser nuestra total suficiencia.
MEDITEMOS Y OREMOS
