“Como me envió el Padre, así también yo os envío.”
Juan 20:21
Preeminentemente sobre todo otro ministerio al mundo inconverso está la Gran Comisión.
El mandato de “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15), requiere un ministerio personal de boca a boca. Este mandato de empezar en Jerusalén nos deja la gran responsabilidad de comenzar la evangelización con el pueblo escogido de Dios.
El mandato “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8), levanta nuestros ojos más allá de cualquier grupo, más allá de un mezquino círculo patriótico o religioso. Hace que la obra de la evangelización sea el ministerio supremo de la Iglesia de Cristo y la responsabilidad urgente y perentoria de cada discípulo del Señor Jesucristo.
“ Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19 a) eleva la Gran Comisión y la ennoblece. Nos hace embajadores del Rey y representantes del mismo a toda nación, tribu y lengua.
¿Hemos estado en contacto con Cristo resucitado o hemos sido cautivados por su Espíritu en estos cruciales y últimos días sobre la tierra? Si es así, no podemos ser indiferentes, inactivos o neutrales en esta magna empresa que el trabajo de urgencia en nuestros días y la gran obra a que Dios nos ha llamado.
MEDITEMOS Y OREMOS
