“pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros. Y confiado en esto, sé que quedaré,
que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe,”
Filipenses 1:24-25
Una de las bendiciones relacionadas con la sanidad divina es que la fuerza que resulta de ella es fuerza y poder divino. Encuentra su natural y afable ocupación en actos y ejercicios divinos.
La fuerza meramente natural busca su propia gratificación y también actividades y placeres naturales, pero la fuerza de Cristo nos lleva a hacer lo que Cristo haría y buscar involucrarse en su servicio divino.
La vida de Cristo en nuestro cuerpo mortal nos salva de mil tentaciones que nos entregarían como hedonistas al pecado. No sólo nos da poder para un servicio divino, pero un deseo para ello: y a ese deseo una chispa y un brío que le da una doble porción de poder.
Señor hoy día ayúdame a apropiarme de tu vida y entonces entregarme para servir a los demás.
“¿Hemos encontrado el retoño de sanidad? Démoslo a otros.
¿Tenemos el Espíritu que nos ha sellado? Démoslo a otros.
Es para esto que su misericordia nos buscó, y toda su plenitud nos dio, con su preciosa sangre lo compró: Démoslo a otros.”
MEDITEMOS Y OREMOS
