“Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.”
Joel 2:25
Un amigo me dijo una vez: “Yo debo cosechar todo lo que sembré, porque el Señor dijo: Lo que el hombre sembrare, eso también segará”
Yo le respondí: “¿Porqué no aplicar este principio al mundo espiritual y así precisar u obligar al pecador pagar el precio de sus pecados?”
Cristo llevó ese precio y el mismo Cristo cargó con el precio natural también y así nos liberó de todo tipo de condenación. El sufrimiento físico nos llega, no bajo la ley de la retribución, sino como a un discípulo divino. Cada sanción o castigo tiene su cumplimiento en Cristo y cada ley se ha satisfecho; hemos sido resucitados con él al plano espiritual y de vida eterna. Por sobre el mero reinado de la ley.
Hemos entrado al efecto pleno del cumplimiento de Jesús a cada cargo con contra nuestra.Es así que aún la ruina que el pecado indujo sobre nuestra vida física y temporal se restituye (se recompensa) por su expiación y la promesa se hace realidad para nosotros: Yo les compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas.
MEDITEMOS Y OREMOS
