“De la manera que recibieron a Cristo Jesús, como Señor, vivan ahora en él”
Colosenses 2:6
Permanezcamos en él: Es más fácil mantener el fuego encendido que volver a encenderlo una vez que éste se ha apagado. No retiremos el carbón o las cenizas del fogón cada día para encender un fuego nuevo; más bien dejémoslo encendido para que nunca se apague. Entre los griegos el fuego sagrado nunca se apaga. En el ámbito espiritual nunca dejemos que la llama del cielo se apague sobre el altar de nuestros corazones.
Nos toma menos esfuerzo mantener un buen hábito que formar uno. Un verdadero hábito espiritual que se forme llega a ser pronto una tendencia espontánea de nuestra vida (carácter) y nos permea una dulce libertad al continuarla. Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez; no volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen ala muerte (Hebreos 6:1). En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado (Filipenses 3:16)
Cada hábito espiritual comienza entre dificultades, con esfuerzo y perseverancia. Y si dejamos que estos hábitos lleguen a establecerse, serán un canal donde las corrientes de la vida fluirán con divina espontaneidad y libertad.
MEDITEMOS Y OREMOS
