“Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”
Romanos 12:2
El agua en una locomotora de un tren a carbón puede estar a tres niveles de temperatura.
Puede estar fría, limpia, lista para el fuego en el fogón. Puede estar caliente, lo suficiente como para quemarte, casi hirviendo. El agua puede estar un par de grados más caliente al punto de ebullición y más donde el vapor ya se levanta, pasa por las válvulas respectivas para que los pistones se extiendan y lancen el tren hacia adelante.
Hay tres tipos de cristianos: Los primeros están fríos, quizás como agua limpia. Los segundos son los tibios, casi a punto de hervir, pero no hierven. Y finalmente el tercer grupo, los que están hirviendo.
¡Qué diferencia estos últimos grados! Uno se deshace de la última reserva “el casi” para así darse íntegramente y “hervir”. Esa es la gran diferencia. El entregarnos por completo hace que el motor funcione, no sea sólo algo que se mire, sino una locomotora que avanza.
MEDITEMOS Y OREMOS
