“Derribados, pero no destruídos”
2 Corintios 4:9
¿Cómo efectuó Dios el milagro para cruzar el Mar Rojo? Él cercó a su pueblo para que no hubiera ninguna salida más que la divina. Los egipcios estaban detrás de ellos, el mar por delante y las montañas por ambos lados. No había ninguna salida para ellos más que la intervención divina, la de arriba.
Alguien ha dicho que el diablo puede poner un cerco alrededor nuestro, pero no puede poner un techo. Nuestras dificultades son desafíos del Señor, y muchas veces él las permite muy difíciles para que nos sobrepongamos a ellas o nos hundamos bajo ellas.
En la providencia de Dios, horas como éstas nos proveen de la mayor posibilidad de fe. Se nos empuja, con la misma urgencia, a lo mejor de lo que puede dar y hacer.
Queridos, esta es la hora de Dios. Si nos levantamos para enfrentarla y aferrarnos a él, no estaremos en situaciones extremas otra vez; y si lo estamos, sabremos llamarlas no situaciones extremas, pero grandes oportunidades. Como Jacob, nos iremos de la noche en Peniel como el victorioso Israel (Génesis 32:28)
MEDITEMOS Y OREMOS
