“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”
Romanos 6:14
El secreto del fracaso de Moisés es que la ley no perfeccionó nada. Y por la otra, se introduce una esperanza mejor, mediante la cual nos acercamos a Dios (Hebreos 7:19). Por lo mismo, el trabajo de la vida de Moisés no alcanzó su maduración completa, ya que vio, pero no pudo entrar a la Tierra prometida, Canaán. El fundador de la ley tenía que ser su víctima, y su vida y su muerte demuestra que la ley no es capaz de llevar a nadie a la Tierra prometida.
Al ver que Moisés perdió su herencia por tan pequeña falta, le da realce a la solemne sentencia de la ley. Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición, porque está escrito: “Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley” (Gálatas 3:10)
Pero ahora, para la gloria de la gracia de Dios nosotros podemos aclarar que lo que la ley no pudo hacer para Moisés, el evangelio sí lo puede hacer; y aquel que no pudo cruzar el Jordán bajo la antigua dispensación, después fue visto en las alturas del Monte Hermón con el Hijo del hombre, compartiendo así la gloria de su transfiguración y conversando con él sobre su muerte en el Calvario, a lo que todos debemos nuestro glorioso destino.
Esta misma gracia hemos heredado nosotros en el evangelio de Jesucristo.
MEDITEMOS Y OREMOS
