Se acordó para siempre de su pacto.
Salmos 105:8
Siempre que sigamos bajo el peso de la ley, esto es, en nuestras propias fuerzas, el pecado tendrá dominio sobre nosotros. Pero, en el minuto en que nos despojemos de la sombra del Sinaí y nos recostemos sobre la simple gracia de Cristo y su regalo de justicia, la lucha está casi terminada.
Lo tomamos a él tal como él se ha comprometido se, ser nuestra justicia en pensamiento y sentimiento, y le pedimos que nos guarde, pese a todo lo que pueda estar en nuestra contra. Esto lo hacemos para permanecer en su perfecta paz y voluntad.
¿Tenemos claro y creemos que ésta es la mismísima promesa del Evangelio, la misma esencia del nuevo pacto? ¿Creemos que Cristo mismo se ha comprometido a poner su ley en nuestros corazones y causar que caminemos en sus estatutos y guardemos sus juicios para obedecerlos?¿Creemos que éste es el juramento que él juró a Abraham, nos concedió que fiéramos libres del temor, al rescatarnos del poder de nuestros enemigos, para que le sirvamos con santidad y justicia, viviendo en su presencia todos nuestros días? Lucas 1: 74-75
MEDITEMOS Y OREMOS
