La hermosura de su santidad.
Salmos 29:2
Alguien me comentó que él no se había encontrado con una persona tan desagradable como un cristiano santificado.
Él quizás se refería a un cristiano que profesaba santificación. Hay un tipo de creyente duro, rudo y difícil de amar que tiene poca relación con la verdadera santidad o por lo menos al grado alto de santidad. Es un esqueleto sin carne que lo cubra; es una rosa desnuda sin follaje que las tape y que suavice su lado resquebrajoso. Jesús no solamente fue virtuoso y puro,él también fue hermoso con el cálido atractivo del amor.
Leemos sobre tres virtudes distintas:” Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza” (Filipenses 4:8).
Hay miles de otras virtudes más pequeñas en la vida cristiana que no podemos obviar. De hecho, en la fase final de una obra de arte, siempre están esos retoques finales. Por lo mismo que no nos sorprenda si el Señor toma su tiempo en enseñarnos cosas pequeñas que para muchos serían insignificantes.
El Señor quiere a su novia sin mancha ni arruga (Efesios 5:25-27)
MEDITEMOS Y OREMOS
