Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento.
Números 11:1
Hay una frase digna de meditación en el relato que encontramos en Números donde se describe la murmuración del pueblo de Dios. Dice: “el pueblo se quejó” (Números 11:1). Habla clara y muy ilustrativamente de una gran verdad.
Podemos captar en nuestra imaginación la realidad de aquellos que no pecan abierta e inequívocamente, pero igual lo hacen solapadamente. No mienten en forma obvia, pero evaden la verdad, se “equivocan” lo suficiente para implicar una falsedad y así escapar un real sentimiento de culpa en su conciencia.
No acusan al Señor de despreocupación a su persona y el no ser fiel en sus vidas, pero lo acusan a través de otras personas. Acusan circunstancias, personas y cosas que Dios ha permitido que entren en sus vidas y así se quejan. Quizás no haga mas que eso ( y es suficiente). Tienen ganas de hacer mucho más. Si lo hicieran, acusarían a Dios imprudente e irracionalmente. El apóstol Pablo escribe: Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 1ª. Corintios 10:11
MEDITEMOS Y OREMOS
