Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
Proverbios 16:32
La moderación habitual o dominio propio es el verdadero autogobierno. Involucra la gracia de negarse a sí mismo y tener una mente sobria e íntegra. Es esa capacidad de contentarse, estar quieto, controlado, ser deliberado en el actuar y sujeto ala voz de Dios teniendo la convicción y motivación de lo que es nuestra responsabilidad en todos los pasos que vamos dando. Mucha gente no tiene ni auto-control o serenidad. Ellos vacilan, motivados por los impulsos de sus impresiones o estado de mente, la influencia de otros o las circunstancias.
Ningún deseo debiera controlarnos. Ningún propósito, lo bueno que sea, debiera tener tal maestría sobre nosotros que no llegamos a ser perfectamente libres. Nuestra más pura afección puede llegar a ser excesiva. Aún nuestro trabajo puede llegar a ser una pasión egoísta. La cosa que empezamos a hacer porque era la voluntad de Dios que la hiciéramos, si nos aferramos a ella y persistimos en ella, últimamente, puede llegar a ser sólo nuestra voluntad.
Señor, danos un espíritu siempre controlado y sujeto a tu Santo Espíritu y voluntad, y que nuestros ojos se dirijan a ti, como los ojos de la esclava dirigen su mirada a su ama (Salmo 123:3). Así entonces, vuestro servicio Señor, será nuestra perfecta libertad, y nuestra sujeción a ti, nuestra divina manumisión.
MEDITEMOS Y OREMOS
