Ustedes considérense… vivos para Dios en Cristo Jesús.
Romanos 6:11
La muerte es momentánea: la vida es eterna. Vivimos entonces como hijos de la resurrección encontrando la gloriosa vida de Cristo cada día más y más abundante. Esta llenura de vida repelerá la intrusión del “yo” y su pecado, “la vida vieja” y vencerá el mal con el bien. Entonces nuestra existencia no será la represión de nuestros vanos esfuerzos, sino la espontánea marca de agua viva y victoriosa de Cristo.
En una reunión, un querido pastor nos dio una exhilarante presentación sobre la vida resucitada. Después otro nos compartió un largo tiempo sobre la necesidad de auto-crucificarnos. Un paño húmedo nos cubrió y no entendíamos por qué. Cuando terminó este último, una hermana clarificó la situación diciendo: “el primer expositor nos sacó de la tumba, el segundo nos “sepultó nuevamente”No volvamos más a la tumba una vez liberados de ella, sino más bien vivamos como Cristo que vive (y dijo) estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y el infierno [Apocalipsis 1:18] ¡Mantengamos la puerta bajo llave, cerrada, y las mismas llaves en las manos de nuestro Cristo que ha resucitado!
MEDITEMOS Y OREMOS
