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Meditación A.B. Simpson: 23 DE JUNIO

Queridos amigos, ya somos hijos de Dios, pero él todavía no nos ha mostrado lo que seremos cuando Cristo venga; pero sí sabemos que seremos como él, porque lo veremos tal como él es.
1ª Juan 3:2

Somos hijos de Dios. No sólo se nos llama así ni sólo se nos declara legalmente como tales. En realidad, somos Hijos de Dios pues recibimos la vida y la naturaleza de Dios. También somos los mismos hermanos de nuestro Señor, no sólo en su humana naturaleza, también en su relación divina.

San Pablo dice: “Por lo tanto, Jesús y los que él hace santos tienen el mismo Padre. Por esa razón, Jesús no se avergüenza de llamarlos sus hermanos” (Hebreos 2:11). El Señor nos da todo para tener ese derecho y también para ser merecedores de él. Él no nos introduce a una posición de “hijos” para ser indigentes o no aptos para tal exaltada posición. Por el contrario, Él nos da una naturaleza digna y merecedora de tan gloriosa posición; posición que refleja su propia imagen, reflejando la gloria de su Padre. Así que él así nunca se avergonzará de llamarnos “hermanos”.

Aún ahora a él le place darnos a conocer ante todo el universo y llamarnos hermanos ante todo el cielo y la tierra. ¡Cómo dignifica esto al más humilde de los santos de Dios! No debemos prestarle atención al mundo y sus acusaciones en nuestra contra cuando el Señor, Dios no se avergüenza en llamarnos “sus hijos”.

Salgamos entonces y vivamos hoy dignamente representando a su familia real.

MEDITEMOS Y OREMOS

Días del Cielo sobre la Tierra
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