“el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.”
Juan 14:17
Velemos por estas dos marcadas etapas en nuestra vida cristiana, Una es la obra del Espíritu Santo en nosotros, la otra es la venida del Espíritu Santo a vivir, a permanecer en nosotros. Todos los cristianos en verdad viven la primera experiencia (su obra regeneradora), pero pocos, me temo entienden y reciben la segunda (que él viene a vivir plenamente en nosotros)
Hay una gran diferencia en que yo construya una casa y que yo entre a vivir a ella, haciéndola mi hogar; también hay una gran diferencia entre la obra del Espíritu Santo al regenerar el alma -la construcción de una casa- y su llegada a residir, permanecer y controlar lo más profundo de nuestro espíritu y toda nuestra vida y todo nuestro ser.
¿Hemos recibido el Espíritu Santo no como un invitado, pero como el dueño y propietario y manager del templo que él creó “para ser en él también…morada de Dios por su Espíritu” (Efesios 2:22)
Esta es mi gloriosa historia: Vino a mi corazón Cristo, el gran Rey de gloria, y tiene en él su mansión. Soy feliz, le he recibido, Rey de mi ser el él. ¡Yo le había afligido, me rindo a Cristo que es fiel!
MEDITEMOS Y OREMOS
