A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.
Deuteronomio 30:19
¿Hemos aprendido a amar la escuela del sufrimiento? Nuestro corazón ¿se ha ido suavizando y profundizando con el crisol del calor veraniego hasta que el fruto del Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio- esté maduro y preparado para la cosecha de su venida y así nuestras pruebas sean más llevaderas por amor a él?
Esta es la Escuela del amor y las lecciones permiten que el Señor nos sea mas apreciado y nosotros lo mismo a Él. Sólo de esta manera aprenderemos del amor celestial que pacientemente sufre y es amable.
Encontramos que la primera y última característica del amor divino, señaladas por el Apóstol Pablo en 1 Corintios 13, son características que reflejan dolor y sufrimiento – el amor es paciente en el sufrimiento y termina, todo lo soporta.
Yo quiero ese amor que es paciente y bondadoso. El amor que no es jactancioso ni orgulloso. Un amor que no se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente y no guarda rencor. Un amor que no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Que todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1 Corintios 13)
MEDITEMOS Y OREMOS
