Ven conmigo desde el Líbano, oh esposa mía; Ven conmigo desde el Líbano. Mira desde la cumbre de Amana, Desde la cumbre de Senir y de Hermón
Cantares 4:8
Así es, nuestras perplejidades se aclararían si nos mantuviéramos en la cumbre espiritual.
A menudo un caminante perdido se ubica ascendiendo a cualquier cumbre y entonces ve las sendas ya caminadas y también aquellas que lo llevarán a casa. Así también desde las cumbres de la oración y la fe, nosotros podemos ver el trayecto que nos ha de llevar a nuestro hogar.
No hay otra manera de tener victoria sobre el mundo. Tenemos que encumbrarnos sobre él. Debemos verlo desde las alturas de nuestro futuro galardón. Entonces se verán como se ven aquellos objetos materiales después de que intensamente hemos puesto nuestros ojos en el sol. Quedamos encandilados, ciegos, no las vemos.
Cuando un verdulero en la ciudad recibe noticias que en Europa él ha recibido un palacio ducal como herencia, ya nadie lo tienta con las pocas ganancias que pudiera obtener de su negocio o con sus antiguos socios. Él está por sobre eso ahora. Los conocemos la esperanza de nuestro llamado y las riquezas gloriosas de nuestra herencia, podemos despreciar al mundo. Son los pobres, hambrientos, que buscan las cáscaras de este mundo (como el hijo pródigo). Hemos nacido de arriba y deseamos irnos a casa. Caminemos hoy llenos de esperanza este último tramo.
MEDITEMOS Y OREMOS
