Y nosotros hemos recibido el Espíritu de Dios (no el espíritu del mundo), de manera que podemos conocer las cosas maravillosas que Dios nos ha regalado.
1ª Corintios 2:12
Las bendiciones celestiales del evangelio se nos conceden tan fácilmente como las bendiciones más comunes. Cuando ya hemos servido al Señor por unos diez años no podemos decir: “Ya tengo experiencia y ahora descanso en ella”. A menudo decimos esto. Decimos: “Soy salvo, lo puedo sentir”. Por lo tanto, empezamos a edificar sobre otro fundamento -algo que sentimos en nosotros.
Recordemos que la gracia es algo que no merecemos, algo que se nos da de forma inmerecida y gratuita. El río caudaloso es tan gratis como el pequeño riachuelo. Todo sin costo durante todo el trayecto, cualquiera puede beber de sus aguas, todos pueden bañarse en el. ¿Creemos esto?
El Señor nos ha dado de su Santo Espíritu para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido. Es triste ver a un pequeño y hambriento niño mirar por la ventana de un hogar donde la escena interior es de calor, risas y abundantes provisiones en la mesa. ¿De qué nos sirve el calor y amor y la luz si no se nos da gratuitamente? El Señor nos ha dado sin costo y en abundancia toda la bondad de su gracia y amor.
MEDITEMOS Y OREMOS
