Yo soy de mi amado y mi amado es mío.
Cantares 6:3
Yo soy del Señor y por ello el Señor es mío. Si Cristo me posee, yo lo poseo a Él. Ahora por la fe se apropia de su herencia total y empieza a usar todos sus grandes recursos. Momento a momento tomamos al Señor como nuestra gracia y fuerza, como nuestra fe y amor, como nuestra victoria y gozo, en verdad, nuestro todo en todo. Al apropiarnos así de él, encontraremos su gracia más que suficiente para nosotros y aprenderemos que el dar en realidad es recibir todo.
La consagración es el tomar a Jesús por completo, enteramente, a cambio de nuestras pobre y miserables vidas. Hay dos personas que se involucran en esta congregación. Una es el mismo Señor, Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. (Juan 17:19). En el minuto que tú y yo nos consagremos a él, él se consagra a nosotros.
A partir de entonces, toda la fuerza e intensidad de su vida y amor y eterno poder se concentra en nosotros para mantener y completar este compromiso con él, y así procura lo mejor en nuestras vidas consagradas.
¿Cómo no hemos de entregar y consagrar por completo al Salvador Jesús? Hoy entreguémonos primero al Señor ya acto seguido presentémosle cada momento del día para ser llenos de él y usados por su gracia.
MEDITEMOS Y OREMOS
