“No se cumpla mi voluntad, sino la tuya”
Lucas 22:42
Jesús, que una vez sufrió en el huerto de GETSEMANÍ, también será nuestra fuerza y victoria. Quizás tengamos miedo, quizás nos hundamos un poco (como Pedro en el mar), pero no desmayemos, y podremos alabarle; al finalizar nuestra carrera podremos decir como Josué: “Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas” Josué 23:14
Para lograr esto, como nuestro Señor, tenemos que enfrentar el conflicto no de manera desafiante, sino con espíritu de sujeción. Él tuvo que decir: “No se cumpla mi voluntad, sino la tuya” Lucas 22:42. Al decirlo, todo lo que se cedió, se entregó. Su sujeción en el huerto de Getsemaní no fue a ciegas, ni un acto de desesperación, fue una sumisión voluntaria donde se doblega la voluntad para recibir una doble porción de poder a través de la fe y la oración.
Cedemos para después apropiarnos con mayor intensidad. Lo entregamos todo para después recibir por entero. Dejamos nuestro Isaac sobre el altar del Monte Moriah como Abraham, para después recibirlo vigoroso y triunfante. Ya no es nuestro Isaac, sino el Isaac de Dios y más seguro que nunca es nuestro ya que se nos devuelve en una vida resucitada.
MEDITEMOS Y OREMOS
