He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Apocalipsis 3:20
Algunas personas están hambrientas y se preguntan porqué el Espíritu Santo no los llena. Él nos está dando mucho, pero nosotros no estamos entregando nada.
Debemos dar de las bendiciones que recibimos. Hay que empezar proyectos mayores de servicio y bendición, y pronto encontraremos que el Espíritu Santo está al frente de nosotros. Él saldrá al encuentro con bendiciones de bien (Salmos 21:3) y nos dará todo lo que él pueda confiar que nosotros daremos a los demás.
No hay música más divina que la de las arpas cólicas. Esta arpa no tiene más que cuerdas tirantes que se acomodan armoniosamente y se dejan llevar por los dedos invisibles de los vientos que deambulan a su alrededor. Cuando el suspiro del cielo roza las cuerdas, notas casi divinas emanan como si un coro de ángeles se paseara tocando dichas cuerdas.
Es posible mantener así nuestros corazones abiertos al contacto del Espíritu Santo para que él lo toque, a su voluntad y nosotros quedamos quietos esperando en la senda de su servicio.
MEDITEMOS Y OREMOS
