No vino primero lo espiritual, sino lo natural, y después lo espiritual.
1 Corintios 15.46
El Señor a menudo no sólo nos lleva a un punto de sufrimiento o al lecho del dolor y enfermedad, también, al lugar donde nuestra justicia y carácter se resquebrajan.
Todo esto lo hace para humillarnos en el polvo y mostrarnos así la necesidad que se crucifique toda nuestra vida natural. Allí, a los pies de Jesús, estaremos listos para recibir de Él, para permanecer en Él. Depender de El solamente y abastecernos de vida y poder: de nuestra Cabeza Viviente.
Fue así que el apóstol Pedro se salvó, por su propia caída, donde murió Pedro para poder vivir más perfectamente en y para Cristo. ¿Hemos muerto así nosotros, también renunciado a nuestra propia auto-suficiencia?
Empezamos nuestra vida con la natural, y después viene l espiritual: y, cuando hemos de veras recibido “el Reino de Dios y Su justicia,” (Mateo 6.33) lo natural se agrega a lo espiritual y podemos recibir dones y bendiciones de vida sin que Centremos nuestra atención en ellas o permitir que ellas nos separen de Él.
MEDITEMOS Y OREMOS
