“Él me invocará, y yo responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores”
Salmo 91: 15
A menudo se nos pregunta: ¿Porqué Dios espera tanto para ayudarme? Todo tiene que ver con un orden. Él primero tiene que ajustarnos a la situación para que aprendamos la lección que él tiene para nosotros. Su promesa es: “Yo estaré con él en momentos de angustia”
Primero el Señor quiere estar con nosotros en nuestra angustia hasta que reposemos en él. Después el Señor nos sacará de la misma. Esto no ocurrirá hasta que dejemos de estar inquietos y nerviosos y lleguemos a estar calmados y confiados. Entonces el Señor dirá: “basta ya”
Dios se ocupa de nuestros problemas y sufrimientos para enseñarnos preciosas lecciones. Él las permite para educarnos. Cuando éstas han cumplido su buena obra en nosotros, entonces una gloriosa recompensa será nuestra a través de ellas. Él no las considera dificultades, más bien para él son oportunidades. Éstas mismas llegan a crear en nosotros un gran interés en Dios y nos muestran cómo él ha de liberarnos. Sin dificultades no tendríamos una misericordia tan manifiesta por la cual estar dispuestos a agradecerle. Dios es tan profundo, tan grande, tan alto para el pequeño mundo de nuestras circunstancias.
MEDITEMOS Y OREMOS
