“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”
Hebreos 4:15
Poco conocemos o entendemos el impacto del sufrimiento y el pecado de otros. Ellos al ponerse en contacto con nosotros, parecieran saturarnos y crear un clima de urgente necesidad.
Podría ser que la intención de esto es para que tengamos algo de empatía por lo que nuestro Jesús sintió cuando llevó sobre sí mismo nuestros pecados y debilidades, debilidades y sufrimientos. No vacilemos en dejar todo aquello a sus pies. Es más fácil que él los lleve que nosotros. Él ya los llevó, tanto en su vida como en su muerte.
Dejemos nuestras cargas con Jesús. Entonces, fuertes en su poder y descansando en su vida y amor, salgamos a servir a los demás llenos de comprensión y compasión, ayudando como él tan prodigiosamente nos ha ayudado. El mundo está lleno de sufrimiento y los que han conocido amargura y sanidad, son los ministros de la Consolación de Dios en un mundo lleno de lágrimas.
Esas lágrimas que fluyen, enjuguémoslas mientras podamos. Llevemos a los quebrantados de corazón a Jesús. Él enjugará toda lágrima.
MEDITEMOS Y OREMOS
