“derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios,
y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”
2 Corintios 10:5
Sí hemos de permanecer en Cristo, no podemos tener confianza en nosotros mismos. La represión del “Yo”, debe ser una necesidad primaria para una eficiencia y llenura espiritual. Rápidamente queremos ser protagonistas en tiempos de crisis. Cuando algo que nos interesa surge, decimos lo que primero se nos viene a la mente bajo impulsos inmediatos. Después, quizás pueden pasar semanas cuando dejamos estos pensamientos a un lado y tomamos los del Señor.
Dejemos el “yo” al margen, sometiendo nuestra voluntad y deseo sobre cualquier cosa hasta que hayamos podido ver el tema y decir: ¿Señor cuál es tu voluntad? ¿Qué piensas tú de esto?
Aquellos que permanecen en Cristo tienen el hábito de la quietud y la reserva, no opinan desenfrenadamente y sobre todas las cosas; No siempre sabrán qué es lo que harán. Ellos con deferencia detendrán sus propios juicios y caminarán con mucho cuidado y delicadeza ante Dios. Es nuestra dureza de cerviz y espíritu impulsivo que tan a menudo no nos permite escuchar y seguir al Señor.
MEDITEMOS Y OREMOS
