“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré,
siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
Isaías 41:10
El Señor tiene tres maneras de ayudarnos.
Primero: Él te dice: Te fortaleceré. En otras palabras nos está diciendo: “yo te ayudaré a que tú mismo te hagas más fuerte”
Segundo: él agrega: “te ayudaré”. Entendemos con esto que él nos dice: “Yo agregaré mi fuerza y poder al tuyo, pero tú guiarás y yo te ayudaré”
Tercero: él te dice: “Te sostendré con la diestra de mi justicia”. Yo te levantaré corporalmente y te llevaré por completo. No será ni tú fuerza ni mi ayuda, pero será mi completo sostén, apoyo y protección.
Cuando llegamos al fin de nuestra fuerzas, nos encontramos con el comienzo de las de Dios. En él el más débil es el más fuerte y el más desamparado es al que más ayuda.
“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.”( Isaías 40:29). Su palabra es “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:9)
La respuesta es una paradoja de contradicciones, pero es la más práctica de las verdades. El apóstol Pablo dice: “Por lo tanto gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12: 9b-10)
MEDITEMOS Y OREMOS
