Si tu don es servir, sírvelos bien.
Romanos 12:7
Querido hermano: ¿Estás sirviendo a Cristo? ¿Estás sirviendo a otros con tus manos? ¿Estás sirviendo con lo que es tuyo y con tus dones? ¿Recibe él lo mejor de vuestra mesa? Cuando él no está ¿puede sentarse un representante de él aunque sea pobre y humilde? Nuestras palabras y deseos son inconsecuentes si éstas no encuentran una expresión en los dones que el Espíritu Santo te da. Aún María no descartó a Jesús con el incienso de su corazón. Más bien ella puso el más caro de sus regalos a sus pies. (Juan 12: 1-3)
Tú que estás tan ocupado, tú que trabajas tanto para vestir a tus hijos y proveer todo para tu hogar y tu mesa ¿Qué han ganado vuestras manos para el Maestro? ¿Qué has hecho o sacrificado por Jesús?
¿Tengo lo suficiente para dar? Esta era la pregunta de una honesta hermana en la fe que prometió una gran ofrenda para la obra del Maestro, “No” fue su noble respuesta, “pero me sacrificaré para cumplir la promesa”
Miremos a nuestro alrededor y veamos qué es lo que estamos haciendo. Demos más a nuestro amado Salvador, al que dio toda su vida por nosotros.
MEDITEMOS Y OREMOS
