Yo, el Señor, soy el primero, y seré el mismo hasta el fin.
Isaías 41:4
Dios tiene a hora el propósito claro en nuestras vidas de reproducir el modelo que fue evidente en la vida de Cristo, el Hijo de Dios. La vida cristiana no es una imitación de Cristo, más bien es una nueva creación en Cristo y la unión con Cristo es tan completa que él nos imparte su propia naturaleza y vive su propia vida en nosotros. No es entonces una imitación, más bien una extensión de la naturaleza que él implantó en nuestro corazón.
Hemos de vivir la vida como Cristo porque tenemos la vida de Cristo. A Dios no le satisface lo que no es la perfección. Él se lo requirió a su Hijo. Nos lo requiere a nosotros, y Él, en el proceso de gracia, no reduce la condición que espera de nosotros, más bien nos levanta a ella. No rebaja los requisitos justos de la ley, más bien él requiere que nuestra justicia exceda la justicia de los escribas y fariseos, y él nos la imparte.
Nos considera justos en la santificación y él dice de la nueva creación, el que practica la justicia es justo, así como Él es justo. 1ª Juan 3:7
Señor, vive tu misma vida en mí.
MEDITEMOS Y OREMOS
