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Día 13: Pautas del Reino – Luis Calderón

“Mira que te he puesto en este día sobre muchas naciones y sobre reinos,
para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar”.
Jeremías 1:10

Cuando Jeremías recibe la asignación de parte de Dios de establecer Su Reino sobre los demás reinos y naciones, le
declara que es necesario arrancar, destruir, arruinar y derribar antes de poder edificar y plantar, en otras palabras,
le especifica la necesidad de un proceso de demolición, antes de poder edificar y plantar Su Reino.

En estos últimos 7 años al establecer Escuelas de Oración en 20 naciones en donde hay hispanos, (16 en
Latinoamérica y 4 en Europa), he podido ver como el Señor sigue utilizando este principio del Reino: antes de
edificar y plantar, ¡¡¡es necesario hacer la obra de demolición!!!

He podido observar como el Señor se ha encargado de sacar a la luz algunas fortalezas espirituales (2 Corintios
10:3-6) que hay que demoler para poder edificar y plantar, y deseo compartir tres de ellas que estan arraigadas en
las iglesias:

  1. Los niños son el futuro de la Iglesia.
  2. Los jóvenes son el futuro de la iglesia.
  3. Los hombres no deben llorar (Machismo).

Hoy les compartiré de la primera. No me cabe la menor duda de que el Señor Jesucristo lo dejo bien claro: el Reino
de Dios incluye a los niños, de hecho hay que ser como niños para poder ser parte de el…cuando no lo entendemos
de esa manera, entonces nos esforzamos por entretener a los niños en nuestros hogares y en las iglesias para que
no molesten a los adultos…pienso que la reprensión del Señor sigue vigente: “Dejad que los niños vengan a mi y no
se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos” Mateo 19:14…por favor prestemos atención, no dijo:
será el Reino de los Cielos cuando sean adultos, sino que ES, en tiempo presente.

Señor Jesús perdónanos por impedir que los niños vengan a ti, ayúdanos a destruir esa fortaleza espiritual de
nuestros hogares y nuestras congregaciones…ayúdanos a no entretener a los niños, sino a ministrarles de tu
Palabra y de tu Presencia.

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