Así que, ¡gracias a Dios!, quien nos ha hecho sus cautivos y siempre nos lleva en triunfo en el desfile victorioso de Cristo. Ahora nos usa para difundir el conocimiento de Cristo por todas partes como un fragante perfume.
2ª Corintios 2:14
Cada vencedor tiene primero que conquistarse a si mismo. Pero el método en la victoria de Josué fue la mano enaltecida de Moisés sobre el monte. Mientras que las manos de Moisés estaban en alto, Josué vencía; cuando las bajaba, Amalec vencía (Éxodo 17: 8-16) Era una batalla de fe, no de fuerza humana. El pendón que se enarbolaba sobre los derrotados era Jehova-Nissi (El Señor es mi pendón de batalla). Esto también es nuestro secreto para victorias espirituales. Si somos guiados por el Espíritu Santo no seguiremos los deseos de la naturaleza pecaminosa (Gálatas 5:16) El pecado ya no es más su amo, porque ustedes ya no viven bajo las exigencias de la ley. En cambio, viven en la libertad de la gracia de Dios. (Romanos 6:14)
¿Hemos empezado esta batalla? ¿Hemos puesto nuestras botas sobre nuestra propia garganta en la fuerza de Cristo? Y así, victoriosos sobre el enemigo en el trono de nuestro propio corazón, ¿estamos libres para batallar para el Señor y servir a los demás? Era esta conquista y dominio propio que impedía al rey Saúl que finalmente lo llevó al fracaso en otra carrera esperanzadora.
Un enemigo en el corazón nuestro es más poderoso que mil fuera de él. Que el Señor nos guíe a todos al primer triunfo de Josué y nos muestre el secreto de la auto-crucifixión a través del gran Josué, quien como ningún otro nos guía a la santidad y victoria.
MEDITEMOS Y OREMOS
