“Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”
Éxodo 15:26
Algunas personas caen porque no tienen confianza en el médico. El primer requisito para nuestra sanidad es que confiemos en el médico y confiar en él implícitamente de tal manera que uno avanza con sólo su palabra y actúa como si hubiera recibido su sanidad en el momento en que nos apropiamos de su promesa.
También hemos de obedecer a nuestra gran médico y hacer lo que nos pide si esperamos que él nos devuelva la salud. Los medicamentos que nuestro doctor nos recete no nos mejorarán si es que los dejamos en nuestro velador.
No hay sanidad si estamos viviendo en pecado – tal como no podemos esperar que el mejor de los doctores pueda ayudarnos si es que estamos viviendo en un clima lleno de malaria o si estamos ingiriendo veneno al respirar. Uno tiene que trasladarse del lugar de dudas para respirar los aires de confianza y obediencia antes que Cristo nos pueda devolver la salud. Si confiamos en él y respondemos positivamente a sus directrices, encontraremos un bálsamo en Galaad y al gran médico allí (Jeremías 8:22)
MEDITEMOS Y OREMOS
