Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
Deuteronomio 6: 6-7
Este pasaje bíblico muestra que los niños y las niñas se forman y desarrollan en un ambiente relacional: el padre que está junto a sus hijos en las circunstancias de la vida cotidiana, que modela los valores y los transmite a los hijos e hijas en la convivencia paciente y amorosa. Muestra al Padre amoroso, maestro y mentor que va más allá de la imagen del padre proveedor económico.
La crianza de los hijos es una experiencia relacional, cotidiana, intensa, edificante y espiritual que trasciende más allá de la transmisión de conocimientos, porque primero se debe buscar llegar al corazón, donde residen los sentimientos, las decisiones, actitudes, emociones, la voluntad y el amor: “Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él salen los manantiales de vida”, Proverbios 4:23 (NVI.)
Darle dinero a un niño para poner en el plato de la ofrenda no lo convierte en un adulto generoso. Si quieres formarlo para que llegue a ser un adulto generoso debes enseñarle a dar el diezmo del dinero que recibe de su familia, amigos o trabajos caseros. Un niño así crecerá honrando al Señor.”
John D. Rockefeller dijo, “Yo nunca hubiera podido dar el diezmo de mi primer millón de dólares si no hubiera dado el diezmo de mi primer salario que era de US$1,50 por semana.”
MEDITEMOS Y OREMOS
“Donde ocurre la gracia, la generosidad sucede”
Max Lucado