Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.
1ª Samuel 17: 45-47
La fortaleza de Lutero consistía en la forma en que traía a Dios el peso de la Reforma. Continuamente argumentaba en sus oraciones: «Señor, ésta es tu causa, no la mía; por lo tanto, haz tu propia obra; pues si este Evangelio no prospera no será tan sólo Lutero que tendrá la pérdida, sino Tu propio nombre que será deshonrado.»
¿Estás cansado de batallar diariamente con nuevos problemas y nuevos enemigos? La guerra espiritual es una parte inevitable de la vida cristiana. Afortunadamente para nosotros, nuestro Rey es también un guerrero poderoso, no tenemos que enfrentar nuestras batallas solos, de hecho, Él ya las ha ganado por nosotros.
Pero quedarnos quietos es lo último que queremos hacer cuando el enemigo viene contra nosotros. También es lo más difícil de hacer porque creemos que no podemos simplemente pararnos y no hacer nada, debemos tratar de salvar la situación. Pero Dios quiere que nos quedemos quietos y veamos a Jesús, nuestra salvación, pelear por nosotros.
Entonces, ¿qué harás la próxima vez que te enfrentes a una batalla y no sepas qué hacer? Hagamos lo que dijo el Rey David: “porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos”
MEDITEMOS Y OREMOS
“Donde ocurre la gracia, la generosidad sucede”
Max Lucado