«Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen. De este modo atesorarán para sí un seguro caudal para el futuro y obtendrán la vida verdadera»
1ª Timoteo 6:18-19
El Señor establece nuevas metas para cada uno de nosotros, las cuales debemos cruzar para vivir más generosamente y experimentar a Dios con más plenitud.
En cada paso del camino, Dios nos llama a pensar en los recursos que Él ha puesto en nuestras manos. Luego Él nos invita a soltarlos para su obra y a confiar en Él como nuestro proveedor. En cada paso podemos sentirnos temerosos y querer retener lo que tenemos en vez de soltarlo y confiar en Dios para la provisión de nuestras necesidades.
Lo primero le pertenece a Dios. El primer día de la semana le pertenece a Dios. La primera hora del día le pertenece a Dios. La primera porción de tus ingresos le pertenece a Dios. Cuando pones a Dios primero, Él te puede ayudar. Santiago MacDonald
Pero dar involucra más que nuestro dinero. Dios nos ha bendecido con talentos, tiempo, recursos y numerosas oportunidades para compartir con los demás. Es importante confiar en la guía del Espíritu Santo; así sabremos qué, a quiénes y cuánto debemos dar.
Recuerde que el Señor nos dio la salvación, y también consuelo, aliento, respiración, vida e innumerables bendiciones más. Estamos en deuda con Él, y por eso debemos darle, no por obligación, sino por gratitud y alegría (2 Co 9.7). Pídale a Dios que le revele todo egoísmo o estorbo que le esté impidiendo dar y que le ayude a ser un mejor dador.
MEDITEMOS Y OREMOS
“Donde ocurre la gracia, la generosidad sucede”
Max Lucado