Gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes.
2ª Corintios 2:14
¡Cómo nos consuelan estas palabras! Piensa en ellas cuando la gente te perturba, cuando el diablo te lanza sus dardos, cuando tu orgulloso espíritu se altera o preocupa. Deja que la gentil voz susurre por sobre la preocupación, “mantente dulce, mantente sereno”. Si rápidamente le hacemos caso, nos ahorraremos muchos dolores de cabeza y nos mantendremos en paz.
La verdad es que nosotros no nos podemos mantener dulces y serenos, pero el Señor sí lo hará, si él ve en nosotros una actitud de espíritu dulce y sereno que no busca su propia venganza o guarda rencor o busca represalia. El problema que tenemos es que a menudo nos gusta irritarnos un poco. Queremos anidar esa irritación y darle cabida a nuestras heridas y nutrir nuestras molestias y descargos.
El Señor nos dará todo el amor que queremos y honestamente buscamos. Podemos mantenernos molestos y agraviados, o podemos tener la paz que sobrepasa todo entendimiento, pero no podemos traer ambas cosas.
Hay un bálsamo para mil dolores, un cielo de paz y poder en estas palabras, mantente dulce y sereno.
MEDITEMOS Y OREMOS
