Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Juan 15:4
Para algunos el cristianismo puede significar un sistema religioso y nada más. La vida cristiana quizás no les signifique más que un honesto y determinado esfuerzo para seguir e imitar a Cristo.
La vida de Cristo en nosotros es más que esto y expresa nuestra unión con el Señor Jesucristo. Él de hecho está en nosotros como la vida y fuente de toda nuestra experiencia y trabajo.
Esta concepción de nuestra exaltada vida cristiana es más simple y sublime que cualquier otra. No enseñamos que el propósito de la redención de Cristo es restaurarnos a una perfección adámica, porque la perderíamos mañana. Más bien es para unirnos con el segundo Adán, y elevarnos más allá que nuestros primeros padres siquiera soñaron.
Esto es lo único que puede unir a las diversas opiniones con respecto a nuestra vida cristiana. El Espíritu Santo no nos llevará a controversias respecto a distintas teorías. Hemos simplemente de asirnos de la persona y vida de Jesucristo mismo y el privilegio de estar unidos a él a través de una vida en constante dependencia del poder y gracia de su cuidado.
MEDITEMOS Y OREMOS
