Él se humilló
Filipenses 2:8
Nuestro primer paso en la justicia del reino es ser pobre en Espíritu. El próximo paso, un poco más profundo, es llorar (Mateo 5:4). Es necesario, porque ahora debemos ser moldeables. Hemos de ser quebrados, hemos de ser como el metal al rojo vivo que el Maestro pueda moldear. No es suficiente que veamos nuestra injusticia, que nos sintamos mal por ello, o que realmente nos apene; debemos llorar por ello, no considerar poca cosa que el pecado ha entrado en nuestras vidas.
Así nos guía Dios a su justicia. Él nos ha de guiar a través de tribulaciones y pruebas.
No creo necesario que atravesemos gran sufrimiento antes de llegar al Señor. Él nos pondrá al fuego cuando sepa que somos de él, cuando nosotros nos demos cuenta que él nos acepta en el Amado, cuando nosotros no le tengamos miedo a su disciplina, cuando sepamos que su mano no es de ira, sino de amor. Es entonces que el Señor puede tomarnos para que al ser pobres en espíritu y llorar, pueda llevarnos al tercer paso: el se mansos, humildes, entregados, sujetos y dispuestos a ceder, arrodillados a sus pies llorando, “Señor, ¿Qué quieres que yo haga?
MEDITEMOS Y OREMOS
