La gloria del Señor llenaba el santuario.
Éxodo 40:35
En el último capítulo de Éxodo leemos sobre las órdenes que el Señor le dejó a Moisés. En la medida que Moisés cumplía, la gloria del Señor descendía y llenaba el Tabernáculo de tal magnitud que no quedaba espacio para Moisés. Desde ese día la columna de nube eclipsó el tabernáculo como la guía y protección y protección de Israel.
De igual manera nosotros venimos construyendo como el mismo Señor nos ha ordenado, y ahora el templo ha de entregársele, para que él haga posesión efectiva y lo llene. Él nos llenará, si se lo permitimos, para que el “yo” y todo lo demás sea removido. La gloria del Señor llenará el templo, abracará todo, por completo, guiará, guardará; y a partir de este minuto la luna siempre brillará de noche y el sol no se pondrá (Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego. Éxodo 13:22)
¿Quieres el poder? Tenemos al Señor para ello. ¿Quieres santidad? ¡Tenemos al Señor para todas nuestras necesidades! Él hoy desde su trono está atento para levantarnos a nuestro verdadero sitial con él. Dios quiera que desde este minuto la nube de su gloria nos envuelva y nos llene de tal manera que ya no se nos vea más a nosotros mismos (para que Dios sea todo en todos, 1ª Corintios 15:28)
MEDITEMOS Y OREMOS
