“En el crisol se prueba la plata y en el horno se prueba el oro, pero el corazón lo prueba el Señor” Proverbios 17:3
Recordemos que una tentación no es pecado a no ser que lo acompañe el consentimiento de nuestra voluntad. Quizás haya una inclinación, pero la verdadera decisión de nuestro espíritu está inmovible en contra de ella y Dios lo considera como una simple solicitud y nos acredita con una obediencia mucho más agradable ya que la tentación era fuerte.
No entendemos bien como el mal tiene acceso a la naturaleza pura y parece incorporarse a nuestros pensamientos y sentimientos; pero, cuando resistimos la tentación y la superamos, nos mantenemos tan puros como una ave marina que emerge del océano sin que una gota permanezca sobre sus relucientes alas.
Un arpa, cuando la toca una mano ruda, el sonido es desafinado, no por un defecto del instrumento, sino más bien por la mano que lo toca. A su vez, cuando la mano del Maestro toma el arpa produce acordes de una delicia incomparable.
“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios.”
Filipenses 1: 27-28
MEDITEMOS Y OREMOS
