“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto,
de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades,
para que repose sobre mí el poder de Cristo.”
2 Corintios 12: 9
Dios permitió que una crisis se ciñera alrededor de Jacob; la noche de su gran súplica en Peniel, Para traerlo a un punto donde el te esperaría el Señor como nunca pudiera haberlo hecho antes. Desde ese paso difícil de gran trauma, él pudo atravesar a una más profunda llanura de fe y conocimiento de Dios, recibiendo el poder para una nueva y gloriosa vida.
Dios tuvo que llevar a David por un largo y tortuoso peregrinaje disciplinario para que él aprendiera del gran Poder y de la fidelidad de su Dios, para que creciera en los principios establecidos de fe y santidad, elementos indispensables para su gloriosa carrera como rey de Israel.
Nada más que lo extremo que sufrió el apóstol Pablo haberle enseñado, y a la Iglesia a través de él, el importe de la gran promesa que él para sí reclamaba; “te basta con mi gracia pues mi poder se perfecciona en la debilidad”
También así para nosotros: Nada más que las indispensables pruebas y tribulaciones nos han llevado a conocerlo como ahora lo conocemos; eso es confiar en Él y tomar de él, porciones de gracia necesaria para sustentarnos en las más extremas circunstancias.
MEDITEMOS Y OREMOS
