“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”
Apocalipsis 21: 5-6
Hay una gran diferencia entre una acción y una transacción. Podemos estar en un presenta accionar, sin terminar o cumplir nada. Pero en una transacción, la acción pasa a cumplir sus objetivos y existe una obligación y compromiso permanente.
La salvación es una transacción entre el alma y Cristo y el tema ya es irrevocable. La santificación es la gran transacción donde estamos enteramente entregados, irrevocablemente consagrados y totalmente comprometidos al Espíritu Santo, entonces él llega y sella la transacción y comienza la obra en nosotros. Nuestro pacto con la santidad que Cristo provee, debería ser tan explícito, definitivo e irrevocable.
Esto debería ser nuestro proceder en los pactos al que Dios guía a sus hijos, especialmente en el área de obediencia y servicio. Dios nos de gracia en estos días para que muchas vidas consagradas puedan decir significativa y permanentemente, “ya está hecho”
La vid verdadera y viva es Jesús; en su plenitud nos respaldamos; ahí encontramos nuestra vida y nuestros frutos a medida que permanecemos en él.
MEDITEMOS Y OREMOS
