“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”
Juan 10:27
Nuestro buen Padre Celestial, nos manifiesta que todo Buen pastor tiene un rebaño de ovejas y ellas oyen su voz, y le reconocen. En esta mañana quiero animarte, motivarte a escuchar a Dios nuestro buen Pastor, que es una parte vital, para tener una vida de oración efectiva. Y es que Dios desea hablar y comunicarse con nosotros, cada día: sus anhelos, sus pensamientos, sus deseos, su voluntad, su propósito para nuestra vida, sus secretos más grandes y ocultos que no conocemos.
Una de las maneras en que Dios nos habla es a través de su Palabra, escrita, que es viva y eficaz, esto significa que tiene vida, nos habla continuamente, es su voz presente, lo que hace que la Palabra escrita sea poderosa, la Palabra con que nos habla son Espíritu y son Vida. Dios nos habla por su Espíritu santo que mora en nosotros, por medio de su Palabra. No olvidemos que el Verbo, la Palabra hecha carne es Jesús, Dios vive en sus palabras habladas y hacen que estas perduren a través de los años. La Palabra de Dios afecta nuestros corazones al escucharla, cambia nuestras vidas, trabaja en esas áreas que debemos rendirlas a Él, al leerla, al oírla, nos ayuda a creerle a Dios, a aumentar nuestra fe.
No olvides que esta es la confianza con la que escuchas su voz, él te conoce, sabe de qué cosas tienes necesidad, lo conoce todo de ti, Él te creó a su imagen y semejanza. No olvides que Dios ama, Dios se emociona, ríe, llora, se alegra, disfruta, etc. Él nos hizo en la misma estructura física y emocional ¿Para qué? Para expresar esas emociones primeramente con El en tu comunión intima, en su presencia, Él quiere que, al escuchar su voz, te abras, te derrames delante de Él, y que esas emociones las puedas expresar con El en tu intimidad, en su presencia y también con tu familia y con tu próximo. El no solo quiere transformar tu vida, sino la vida de tu familia.
Para esto es necesario que estes tranquilo, quieto, calmado y silencioso para oír la voz de Dios, que dejemos el ruido del mundo, sus afanes, ese bullicio agitado y loco. Acerquémonos confiadamente a lo que está hablando a nuestro corazón, tendremos tiempos más fructíferos en su presencia. Eres tú quien debe decidir parar y escuchar lo que Él tiene para decirte el día de hoy. Empieza a vivir, y decide, que en este momento no hay nadie más que El y tú. Ahuyenta de tu mente todo aquello que es capaz de interrumpir la voz de Él hablando a tu corazón.
Y por último este versículo nos habla que las ovejas, le siguen, le obedecen. Así que no solo escuchamos la voz de nuestro Padre Celestial, sino que respondemos y la ponemos en acción, sigamos sus pisadas, debemos de actuar de acuerdo con lo que nos ha hablado, quiere que pongamos en práctica su palabra en nuestra vida familiar y en nuestra vida cotidiana. Pregúntate ¿se va muy rápido lo que te ha rebelado la voz de Dios? ¿Olvidaste poner en práctica el lunes acerca del mensaje que escuchaste el domingo?
Haz conmigo esta oración… Y dile como Samuel: Habla, Señor, que tu siervo oye, permíteme que te oiga hablándome al corazón y que me acostumbre al sonido de tu voz… para seguirte. Quiero ser de bendición para mi familia y para mi prójimo en esta sociedad que me ha tocado vivir. Quiero tener mi hogar encendido para ti… y comienza conmigo.