Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.
Marcos 12: 42-44
Jesucristo mostraba mucho interés por la situación de las viudas. La razón estaba en que, una vez que sus maridos morían, ellas quedaban en una triste situación de desamparo y abandono. En ese tiempo, no existían pensiones para las viudas ni beneficios sociales, además era muy difícil que pudieran trabajar, así que, a no ser que dispusieran de medios económicos propios, su vida se volvía muy complicada. Por supuesto, si tenían algún hijo mayor, o parientes que se hicieran cargo de ellas, podrían pasarlo menos mal; de lo contrario, ellas dependían de la misericordia de las personas.
Dos blancas serían el equivalente a la fracción más pequeña de cualquier moneda de la actualidad. Su valor como tal era insignificante.
Pero la acción de esta mujer, junto con el comentario de Jesús, ha inspirado a miles de personas a seguir su ejemplo, lo que ha servido para multiplicar aquella pequeña ofrenda de una forma incalculable. Con esto se confirma que Dios siempre hace grandes cosas con los pequeños recursos que son puestos en tus manos. Esto nos debería llevar a dar valor a los actos de humilde servicio de aquellos hermanos sencillos, y a ignorar la falsa grandeza de otros.
Recordemos que: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel” (Lucas 16:10). La buena administración de los pequeños recursos que Dios ha puesto en nuestras manos, nos capacitará para recibir del Señor responsabilidades más grandes.
MEDITEMOS Y OREMOS
“Donde ocurre la gracia, la generosidad sucede”
Max Lucado