Cuando le des a alguien que pasa necesidad, no hagas lo que hacen los hipócritas que tocan la trompeta en las sinagogas y en las calles para llamar la atención a sus actos de caridad. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. Pero tú, cuando le des a alguien que pasa necesidad, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Entrega tu ayuda en privado, y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.
Mateo 6: 2-4
Era una costumbre en los tiempos de Jesús el llamar la atención a sus donaciones para ser reconocidos como generosos. Hoy, la gente no toca su trompeta para proyectar la imagen de generosidad, pero si saben cómo llamar la atención hacia sus donaciones.
Jesús le dice a aquellos que dan para recibir el aplauso de otros, que deben de disfrutar el aplauso, porque eso será toda la recompensa que recibirán. No habrá recompensa en el cielo para el que lo hizo por el motivo de recibir una recompensa en el mundo.
Nuestro dar debe de ser – si es posible – hasta oculto de nosotros mismos. Aunque no podemos ser ignorantes de nuestras propias donaciones, podemos negarnos de cualquier autocomplacencia indulgente.
El asunto es realmente una cuestión de motivo. Si damos para nuestra propia gloria, no hay problema si nadie se entera, de todas maneras no tendremos recompensa de Dios. Pero si damos por la gloria de Dios, no importa quien se entere, porque tu recompensa permanecerá porque diste por el motivo correcto. (David Guzik)
“Mantén la cosa tan secreta que hasta tú mismo difícilmente te das cuenta de que estás haciendo algo que es elogiable. Deja que Dios esté presente, y tendrás la audiencia suficiente.” (Spurgeon)
MEDITEMOS Y OREMOS
“Donde ocurre la gracia, la generosidad sucede”
Max Lucado