Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.
1ª Crónicas 29:14
No hay nada que sea nuestro, ni la vida, ni los bienes, ni los talentos, ni la inteligencia, ni las fuerzas y mucho menos, las oportunidades. Todo proviene de Dios, a Él le pertenecen todas las cosas, y es su infinita gracia la que nos permite llegar a ser lo que somos y tener lo que tenemos.
Así que, cuando damos para la obra, estamos dando de lo que Dios ya nos dio. Estamos dando de los bienes que Dios ha puesto en nuestras manos. Esto significa que nosotros sólo somos administradores de los bienes divinos, y debemos ser fieles en el amor a Dios y su obra. Y ese amor a Dios se expresa cuando damos y nos convertimos en canales de distribución de la gracia divina para la expansión del Evangelio.
El cristiano con un corazón dador, sabe que sólo es un extranjero en esta tierra, y que sólo está de paso por este mundo, porque posee una ciudadanía celestial (Filipenses 3:20)Todos los medios y los recursos que están en nuestras manos, y la motivación que haya en nuestro corazón para edificar la obra de Dios, proceden de Su mano, pues todo es tuyo y de lo recibido de tu mano te damos.
MEDITEMOS Y OREMOS
“Donde ocurre la gracia, la generosidad sucede”
Max Lucado