Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.
Filipenses 2:13
La santificación es un regalo del Espíritu Santo, el fruto del Espíritu, la gracia del Señor Jesucristo y preparada como herencia para todos los que entren en ella. Se obtiene por la fe en ejercicio, no se recibe por las obras ejercitadas. Es santidad divina, y no mejoramiento o perfección humana. Es la entrada en la vida humana de la vida y pureza del infinito, eterno y santo Jesús. Es traer y apropiarse de la perfección de Dios y producir así en nosotros el querer y hacer para que se cumpla su buena voluntad. (Filipenses 2:13)
¡Qué fácil, qué espontáneo, qué agradable este camino celestial de santidad!
Definitivamente es un camino celestial y no una huella de vana y vacía mortificación humana. Es el metro elevado de Dios, por sobre la muchedumbre que se esfuerza en sus propios caminos. ¡Qué pena! Estos últimos podrían ser llevados a las alturas bajo el impulso omnipotente que pone en nosotros el querer como el hacer.
Es el ascensor de Dios llevándonos a las alturas celestiales en Cristo Jesús, a su palacio, sin grandes esfuerzos propios, mientras que otros suben las escaleras, trabajados y cargados a lo largo del trayecto.Hoy recordemos que él dijo: “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” Ezequiel 36:27
MEDITEMOS Y OREMOS
